Nicola De Maria pittore

NICOLA DE MARIA


Nicola De Maria nace en Foglianise, en la provincia de Benevento, el 6 de diciembre de 1954. Desde joven se traslada a Turín, ciudad que se convierte en su lugar de vida y creación artística, así como el contexto en el que desarrolla su lenguaje pictórico único e inconfundible. Inicialmente emprende estudios universitarios en Medicina, con una especialización en Neurología, pero elige no ejercer la profesión médica, prefiriendo dedicarse completamente al arte. Este paso marca un giro crucial en la biografía de Nicola De Maria, confirmando su profunda vocación por la pintura.

En los primeros años de su carrera, De Maria se acerca a la fotografía, para luego experimentar el dibujo en cuadernos: primero a lápiz, luego con pasteles, óleo y acuarela. Ya en estos comienzos emerge su sensibilidad lírica y espiritual, que pronto lo llevará a superar los límites tradicionales del lienzo para explorar la relación entre pintura y espacio. Desde 1975 comienza de hecho a pintar directamente sobre las paredes, un enfoque que caracterizará profundamente su poética artística.
La carrera de Nicola De Maria se inserta en el vibrante panorama cultural turinés de los años setenta, en el que el Arte Conceptual tenía un papel principal. Sin embargo, aunque dialoga con este contexto, De Maria desarrolla un lenguaje autónomo, caracterizado por un fuerte espiritualismo y un lirismo que le valen la inclusión entre los protagonistas de la Transvanguardia italiana. Esta corriente, teorizada por Achille Bonito Oliva en 1978, incluye también artistas como Sandro Chia, Francesco Clemente, Enzo Cucchi y Mimmo Paladino, pero Nicola De Maria se distingue por su particular orientación abstracta y poética.
Para Nicola De Maria, la pintura no es simple representación figurativa del mundo, sino un intento de traducir la esencia invisible de la realidad en pura armonía cromática. El propio artista describe su trabajo como «escribir poesías con las manos llenas de colores», definición que sintetiza bien la profunda relación entre pintura y poesía en su obra. Su arte está impregnado de referencias a la naturaleza, a las flores, al cielo, evocando imágenes que invitan al espectador a un viaje interior.
El color para De Maria nunca es solo un instrumento decorativo: se convierte en materia viva, memoria y deseo, espiritualidad y celebración del arte como medio para sublimar «los incidentes y la brutalidad del mundo en belleza y armonía». Su práctica pictórica también está inspirada en los principios de la improvisación: a menudo las obras se crean sin un proyecto definido, directamente en el lugar, como testimonio de una necesidad expresiva que encuentra su realización en el “aquí y ahora” del gesto artístico.
A lo largo de su carrera, Nicola De Maria ha expuesto sus obras en prestigiosas sedes internacionales. Participa en la Bienal de Venecia en 1980, 1988 y 1990, en Documenta 7 de Kassel en 1982, en la Bienal de San Pablo en Brasil en 1981 y en la Bienal de Sídney en 1982. En Italia está presente en la Cuadrienal de Roma en 2005 y en 2012. Además, se le han dedicado retrospectivas significativas en el Museum Haus Lange Krefeld y en la Kunsthalle Basel en 1983, en la Kunsthaus de Zúrich y en el Stedelijk van Abbemuseum de Eindhoven en 1985, en el Seibu Museum of Modern Art de Tokio en 1988 y en el Museo Pecci de Prato en 2012, solo por citar algunas.
Estos reconocimientos consolidan la figura de Nicola De Maria como uno de los protagonistas del arte contemporáneo italiano. Su investigación se basa en una concepción cósmica y universal de la pintura, entendida como celebración del vínculo entre el hombre y el universo. Emblemática es la obra Testa dell’artista cosmico a Torino (1984-1985), un autorretrato interior donde geometrías nítidas y colores brillantes componen una visión armoniosa y dinámica de la mente y el espíritu del artista.
El recorrido de De Maria se enriquece en los años ochenta y noventa con trabajos que transforman los espacios expositivos en ambientes totales, pinturas a gran escala que recuerdan la antigua tradición del fresco, reinterpretada en clave contemporánea. Su arte, profundamente mediterráneo por cromatismo y vitalidad, permanece siempre orientado hacia la abstracción pura, con un lenguaje que se convierte en plegaria pictórica, reflexión espiritual y testimonio poético.

Nicola De Maria obras

Las obras de Nicola De Maria se distinguen por su capacidad de superar los límites tradicionales del lienzo, abrazando el espacio circundante en una concepción ambiental e inmersiva. La pintura de Nicola De Maria se caracteriza por colores puros y brillantes, aplicados en campos intensos que evocan paisajes imaginarios y atmósferas oníricas. Sus obras están pobladas por motivos simbólicos recurrentes como las flores, el cielo, el mar, la luna: elementos naturales que se convierten en un medio poético entre el artista y el mundo invisible.
Un ejemplo emblemático es la obra Mare, chiudere gli occhi, o mare (1983), donde un profundo campo azul, atravesado por pinceladas rojas y amarillas, transmite la sensación de sumergirse en un mar lejano y soñado. En I fiori salutano la luna (1984), la forma del rollo-papiro y las delicadas flores pintadas sugieren la fragilidad y la armonía del universo natural.
El tema floral es particularmente importante: las obras de Nicola De Maria como aquellas que llevan el título Regno dei Fiori encarnan la idea de que las flores son criaturas universales, en sintonía con los planetas y símbolo de un sistema de vida ideal. Cada obra representa un fragmento del universo interior del artista, una visión espiritual que se manifiesta a través del gesto pictórico y la improvisación cromática.
El enfoque de Nicola De Maria hacia la pintura como “poema visual” lo lleva a crear también grandes instalaciones ambientales, en las que techos y paredes se animan gracias al color, ofreciendo al espectador experiencias inmersivas y contemplativas.

Nicola De Maria cotizaciones

Las cotizaciones de Nicola De Maria en el mercado del arte reflejan el creciente reconocimiento del valor artístico y cultural de su obra. Sus obras están presentes en las colecciones de los museos de arte contemporáneo más importantes y se ofrecen regularmente en las principales casas de subastas internacionales, registrando resultados significativos.
El valor de las cotizaciones de Nicola De Maria varía según el tamaño, la técnica y el período de realización de las obras. Sus trabajos sobre lienzo de gran tamaño y las instalaciones ambientales más conocidas pueden alcanzar cifras de seis dígitos, especialmente cuando se trata de obras realizadas en los años ochenta, período considerado crucial para su carrera. Más accesibles, pero siempre muy apreciados por los coleccionistas, son los dibujos sobre papel y las obras de pequeña escala, también buscadas por su intensidad poética y fuerza expresiva.
En general, las cotizaciones de Nicola De Maria muestran una tendencia al alza, sostenida por el interés de galerías, museos y coleccionistas privados. La unicidad del lenguaje artístico de De Maria, el lirismo que impregna cada una de sus creaciones y su capacidad para traducir lo trascendente en pintura continúan haciendo de él uno de los artistas italianos contemporáneos más estimados y seguidos también a nivel internacional.

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