Mario Ceroli pittore

MARIO CEROLI


Mario Ceroli, nacido en Castel Frentano (Chieti) el 17 de mayo de 1938, es uno de los protagonistas más originales y polifacéticos del arte italiano del siglo XX. Pintor, escultor, escenógrafo y creador de ambientes, ha construido un lenguaje artístico que desafía las clasificaciones convencionales, fusionando artesanía y conceptualismo, materia y espacio, arquitectura y teatro.
A la edad de diez años se traslada a Roma, donde se inscribe en el Instituto de Arte casi por casualidad, tras un episodio familiar que marcó su vocación.

Posteriormente asiste a la Academia de Bellas Artes de Roma, donde se forma bajo la guía de importantes maestros como Leoncillo Leonardi, Pericle Fazzini y Ettore Colla, convirtiéndose luego en asistente de este último. Es en este contexto donde Ceroli comienza a interesarse por la cerámica y a experimentar con diferentes materiales, desarrollando desde el principio una visión plástica no convencional.
A partir de 1957, comienza a trabajar con la madera, material que se convertirá en el núcleo de su lenguaje expresivo. Al año siguiente gana el Premio para la joven escultura en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma gracias a obras en cerámica, pero será precisamente la madera la que marque su definitiva madurez artística. A finales de los años cincuenta, Ceroli talla siluetas, experimenta con la quema y el ensamblaje de materiales, insertándose en la corriente del Arte Povera, incluso antes de que esta fuera formalmente teorizada.
En los años sesenta, influenciado por el Pop Art, en particular por artistas como Louise Nevelson y Joe Tilson, Ceroli desarrolla una estética basada en la repetición serial, la simplificación de las formas y el uso de la silueta. Sus obras se pueblan de figuras humanas estilizadas, letras, números, objetos geométricos sin color. Realiza importantes instalaciones como "La Última Cena" (1965), hoy en la GNAM de Roma, "China" (1966), y "Caja Sistina", que le vale el Premio Gollin y lo impone como uno de los artistas más innovadores de su tiempo.
De 1966 a 1967 vive en Estados Unidos, donde expone en la Bonino Gallery de Nueva York. La estancia americana marca una fase importante de confrontación con la escena internacional, durante la cual Ceroli elabora obras como "Mariposas" y profundiza su trabajo en espacios inmersivos e instalaciones ambientales. La espectacularidad y el diálogo con el observador se convierten en elementos centrales de su investigación.
A partir de los años setenta, Mario Ceroli se dedica también a la escenografía teatral y televisiva. Colabora con directores como Luca Ronconi, diseña escenografías para "Ricardo III" y para "La Norma" en La Scala de Milán. Su capacidad para integrar la escultura en el espacio escénico se convierte en un rasgo distintivo. No es casualidad que muchas de sus obras parezcan contener una dramaturgia implícita, como si hubieran nacido para ser vividas y no solo observadas.
En los años ochenta y noventa, Ceroli continúa reinventándose: introduce el uso del vidrio, la ceniza, el plomo y materiales simbólicos, en obras como "La Puerta", "La Última Cena", "Hombre de Vitruvio" y "Casa de Neptuno". El artista también diseña lugares de culto, como la Iglesia de San Lorenzo en Porto Rotondo y la de San Carlo Borromeo en Nápoles. Sus instalaciones públicas se vuelven cada vez más frecuentes, como el "Caballo alado" en el Centro Rai de Saxa Rubra, testimonio de una poética que busca armonía entre arte, espacio y vida.
En 2007, con la gran exposición en el Palacio de las Exposiciones de Roma, Ceroli confirma su posición central en el arte contemporáneo italiano. En su casa-museo a las afueras de Roma, reúne más de 500 de sus obras, un lugar en continuo devenir, que pretende abrir al público como testimonio de una vida dedicada a la investigación artística.

MARIO CEROLI OBRAS

El recorrido creativo de Mario Ceroli es uno de los más complejos del panorama artístico italiano. Las obras de Mario Ceroli atraviesan décadas y disciplinas: escultura, pintura, instalaciones, escenografía, diseño. La constante es el uso de la madera y la tendencia a simplificar la forma en símbolo, a transformar el objeto en icono visual.
Un aspecto fascinante, pero a menudo menos investigado, de su producción se refiere al mundo de la gráfica de arte: litografías, aguafuertes, serigrafías y dibujo, que completan y amplifican su lenguaje. Si las siluetas en madera son imponentes y físicamente presentes, las obras gráficas representan el lado más íntimo y conceptual de su hacer artístico.
Las litografías de Mario Ceroli se distinguen por el uso sabio de la línea y la composición. Sus figuras se recortan sobre el blanco del papel como huellas nítidas, arquetípicas. Son a menudo versiones bidimensionales de sus célebres siluetas: el Hombre de Vitruvio, las escaleras, las puertas, pero también figuras humanas evanescentes, estilizadas, esenciales. Con la técnica litográfica, Ceroli juega con la transparencia, la sombra, la variación del trazo.
Los aguafuertes, en cambio, le permiten profundizar el tema de la estratificación y la materia: signos grabados que recuerdan la estructura de la madera, tramas que evocan el gesto del cincel, pero también atmósferas rarefactas, suspendidas entre figuración y símbolo. En estos trabajos se percibe toda la complejidad de un artista que siempre ha buscado conectar lo visible con lo interior, el signo con el sentido.
Mario Ceroli ha sabido crear un lenguaje visual fuertemente reconocible, pero siempre abierto a la experimentación. Y precisamente en su producción gráfica, que traduce lo monumental en lo íntimo, se capta el eco más auténtico de una voz creativa aún profundamente actual.

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