Mario Avati OPERE
Mario Avati fue un pintor y grabador italiano entre los más significativos de la segunda mitad del siglo XX y uno de los mayores intérpretes de la manera negra después de Yozo Hamaguchi. Nacido en Múnich el 27 de mayo de 1921 en una familia italiana, Mario Avati se trasladó siendo muy joven a Francia, donde emprendió su formación asistiendo primero a la Escuela de Artes Decorativas de Niza y luego a la prestigiosa Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. Se diplomó muy joven y, ya en 1947, fue influenciado por el maestro Édouard Joseph Goerg, figura central en el panorama del grabado y la ilustración francesa. Fue en este período cuando Mario Avati comenzó a experimentar las técnicas del aguafuerte y la aguatinta.
En la década siguiente, la carrera de Mario Avati se caracterizó por una continua e intensa investigación técnica y estilística que lo llevó a profundizar en el complejo arte de la manera negra. En 1957 se afirmó como uno de los máximos exponentes internacionales de esta técnica, que se convirtió en la marca distintiva de su producción artística. Jean Adhemar, historiador del arte, describió las obras de Mario Avati como “un universo extraño y devastado”, subrayando la capacidad del artista para infundir profundidad y misterio incluso en sujetos aparentemente simples como naturalezas muertas, frutas, instrumentos musicales, flores y animales.
Un rasgo distintivo de Mario Avati era su meticulosa atención a los materiales: empleaba casi exclusivamente papel de trapo de altísima calidad y seguía personalmente todas las fases del proceso litográfico, consciente de la delicadeza y fragilidad del mezzotinto. Este perfeccionismo contribuyó a la calidad extraordinaria de sus obras.
En 1955 Mario Avati alcanzó una relevancia internacional gracias a importantes exposiciones en Londres, Nueva York, Los Ángeles y Tokio. En 1965 la Galería Paul Proute de París acogió una de las retrospectivas más importantes y amplias de su carrera, ocasión en la que el artista envió personalmente a amigos y coleccionistas un refinado folleto ilustrado a la manera negra. En 1967 inició una colaboración con el Tamarind Institute, renombrado laboratorio de litografía de la Universidad de Nuevo México.
Desde 1969 en adelante, aunque manteniendo la técnica de la manera negra, Mario Avati también se dedicó al color, introduciendo acuarelas en sus grabados. Durante su carrera recibió numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio de la Crítica de 1957, la medalla de oro en la primera Bienal de grabado de Florencia en 1969 y el premio Nahed Ojjeh de la Academia de Bellas Artes en 1997. Fue miembro de la Sociedad de pintores y grabadores franceses y del Comité nacional del grabado francés.
Mario Avati falleció en París en 2009, la ciudad donde vivió y obras por la mayor parte de su vida y que siempre permaneció en el centro de su carrera artística.
Manera negra
La manera negra, conocida también como mezzotinto, es una de las técnicas de grabado más fascinantes y sofisticadas desarrolladas en la historia del arte. Esta técnica se distingue por la capacidad de crear una intensa gama de tonos, desde negros profundísimos hasta las gradaciones más delicadas, haciendo posible un juego refinado de luces y sombras. La manera negra se realiza partiendo de una plancha de metal completamente "mordida" con el rocker hasta obtener una superficie rugosa capaz de retener tinta y producir un negro uniforme. El artista actúa luego con herramientas específicas para pulir selectivamente algunas áreas, creando así los tonos más claros.
Precisamente por esta capacidad de obtener contrastes extremadamente nítidos y atmósferas sugestivas, la manera negra se ha afirmado como técnica privilegiada para sujetos cargados de pathos y de efectos claroscuro intensos. En el siglo XX, autores como Mario Avati contribuyeron a un significativo renacimiento, reinterpretándola en clave moderna y aplicándola principalmente a naturalezas muertas y composiciones de gran rigor formal y poético. La manera negra representa por tanto no solo una técnica, sino también un lenguaje visual capaz de evocar profundidad y misterio.
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