biografia de lucio ranucci

- LUCIO RANUCCI PINTOR

 

lucio ranucci, uno de los representantes más significativos de la corriente artística conocida como cubismo realista, nació en 1925 en Perledo, en la provincia de Como. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por frecuentes mudanzas provocadas por el trabajo de sus padres, ambos médicos. Mientras su padre y su hermana pequeña Silvia se mudaban entre el norte y el sur de Italia, Lucio pasó ocho años en un internado en Perugia. 1933 trae un punto de inflexión dramático en su vida cuando muere su padre, Bernardino. La madre toma la decisión de mudarse a Milán con su hermana Silvia, dejando a Lucio en un internado en Perugia. La experiencia de separación y soledad influiría profundamente en su carrera artística, inspirando sus obras futuras.

A principios de 1943, como muchos jóvenes italianos de la época, Lucio Ranucci se alistó como voluntario en el ejército italiano y partió hacia el norte de África. Esta aventura debería haber sido una experiencia heroica, pero pronto se convierte en un cautiverio en Túnez, donde es capturado. En enero de 1945 regresa a Italia como intérprete de las tropas angloamericanas.

Después de la guerra, Lucio Ranucci comenzó a trabajar como periodista en Milán, pero su sed de conocimiento y el deseo de explorar el mundo lo llevaron, en 1947, a emprender un viaje a América Latina, inicialmente a Argentina. Sus posibilidades económicas son limitadas, y para mantenerse toma trabajos ocasionales como marinero, cochero de coches fúnebres y fotógrafo, desplazándose por Chile, Bolivia y Perú. A pesar de sus frecuentes viajes, nunca dejó de lado su interés por la pintura y el entorno cultural de los países latinoamericanos.

Lucio Ranucci mantiene un compromiso periodístico constante, utilizando su arte como vehículo para denunciar la pobreza, la opresión y la falta de libertad de las poblaciones sudamericanas. En 1949 expuso por primera vez en Galería Marina de Lima, en Perú, ya partir de ese momento comenzó a exponer regularmente en varios países de América Latina, en Estados Unidos, en Europa y en Italia. Durante la década de 1950 participó en importantes exposiciones colectivas, como la Bienal Panamericana de Mexico en 1958 y el Bienal de Sao Paulo como representante de Costa Rica.

Su estilo, con influencias cubistas y expresionistas, refleja el sublimación de la humanidad, con figuras solemnes y frontales, pintado con ojos sin pupilas que expresan el mundo interior de los sujetos. En 1951, Lucio Ranucci estableció su patria durante diez años en Costa Rica, donde ocupó el cargo de director del Teatro Universitario y también se dedicó a pintar obras murales, entre ellas un gran panel en el aeropuerto de San José. Su sensibilidad por el drama popular lo llevó a participar activamente en los acontecimientos políticos centroamericanos, llegando incluso a terminar en prisión en Managua, Nicaragua. Sin embargo, Ranucci no se ve a sí mismo como un mero periodista o activista político; su verdadera pasión sigue siendo el arte.

A lo largo de los años, expuso en numerosos países desde las Américas hasta Europa, ganando reconocimiento y aprecio por su capacidad de capturar el alma de la humanidad que sufre a través de sus pinturas.

Después de un período en Roma e Ischia, Lucio se trasladó a los Estados Unidos, a San Francisco, para exponer sus obras y tener contacto con su público de admiradores. Posteriormente, vivió una temporada en París y finalmente se instaló en la Costa Azul, cerca de Vence.

Lucio Ranucci no solo se dedica a la pintura sino que escribe tres libros, entre ellos Alguien camina sobre el sol (1949) y los coroneles (1965). Durante su dilatada trayectoria artística expuso en más de quince países y sus obras acaban en colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Su indomable pasión por el arte lo impulsa a luchar por el retorno del arte como cuna de la cultura y la memoria y como voz de protesta contra las tragedias humanas.

Lucio Ranucci murió en 2017, pero su legado artístico y su dedicación a la protesta social siguen siendo un testimonio de su legado en el arte contemporáneo. Sus obras siguen vivas, trayendo consigo el poder de la emoción y el llamado a la justicia social.