Biografía de Gianfranco Baruchello

Gianfranco Baruchello


Gianfranco Baruchello artista

Gianfranco Baruchello es un artista italiano cuya obra se puede definir como una pintura de denuncia, ya que observa de cerca las vanguardias del período pero decide innovarlas a través de su propia visión de la vida. Nace el 24 de agosto de 1924 en Livorno. Su padre es simultáneamente abogado, profesor en la universidad de Pisa y director de la Unión de Industriales de la ciudad, y su madre es maestra de primaria.
Después de la guerra, Gianfranco Baruchello se gradúa en Derecho para seguir los pasos de su padre y en 1947 comienza a trabajar en Bombrini Parodi Delfino.
En 1949 comienza a dedicarse a la realización de la empresa química Biomedica, actividad que lleva adelante con éxito hasta 1955, para luego dedicar completamente su atención al arte literario y figurativo en 1959.

Lo que lo inspiró en ese sentido fue el ambiente parisino que encontró al visitar la ciudad y conocer a importantes artistas como Roberto Matta y Alan Jouffroy.
En 1962 conoce a Marcel Duchamp, en 1964 a John Cage en Nueva York, quien lo invita a explorar las nuevas fronteras del impresionismo abstracto y del pop art. La experiencia americana concluye con la realización de los lienzos Otras huellas, que muestran franjas negras que reflejan el tormento interior del artista y del hombre moderno, enfrentado a las novedades tecnológicas y a una sociedad que tiende a excluir más que a incluir.
Destaca su participación en la exposición New Realists celebrada en Nueva York en 1962 y organizada por Pierre Restany, en la que participaron artistas como Schifano, Festa y Rotella.
La producción de Gianfranco Baruchello se muestra desde los primeros años bastante autónoma, aunque se nota la influencia de las vanguardias que se suceden a lo largo de todo el siglo XX. Por ello, en 1963 decide inaugurar una muestra propia en la Galería La Tartaruga de Roma, donde elabora su filosofía basada en fragmentos, miniaturas y grandes lienzos blancos llenos de escritos y líneas geométricas aparentemente casuales. Las referencias son directas a la sociedad que tiende al consumismo y a la prisa excesiva, tirando inmediatamente los productos recién comprados para comprar siempre nuevos.
También le interesa el mundo de la televisión, que reproduce con sutiles referencias en amplias superficies, usando eslóganes y símbolos para mostrar cuán vacía puede resultar a veces la realidad de la pequeña pantalla.
Los años 60 fueron un momento de gran efervescencia, ya que el autor decidió lanzarse también en el mundo cinematográfico, realizando a lo largo de los años Molla, Il grado zero del paesaggio y Verifica incerta. Con materiales de desecho ideó una serie de obras, realizadas con fragmentos de película montados entre sí. No falta una amplia producción de textos literarios, que reflejan plenamente su visión del mundo y la hacen comprensible también para el público de admiradores fieles.
En 1973 funda la Azienda Agricola Cornelia justo a las puertas de Roma. Su objetivo es expandirse e incorporar también el terreno adyacente, salvándolo de la especulación inmobiliaria en una óptica que recuerda la actualmente extendida de empresa sostenible a nivel natural. Por ello elabora una interesante reflexión sobre la relación entre el hombre, el producto agrícola y el producto artístico, participando materialmente en la gestión de la actividad y teorizando algunas interesantes leyes económicas aún válidas hoy.
Esta experiencia lo induce a pintar cuadros relacionados con el territorio, que expuso en una muestra en la Galería de Milán, concediendo una célebre entrevista de la que, lamentablemente, solo quedan las respuestas.
A finales de los años 80 la empresa es desmantelada y en su lugar Gianfranco Baruchello propone el proyecto El Jardín, que en 1989 presenta en el Festival Voces sobre el agua de Spoleto, donde se involucra en una performance cuidando un pequeño bonsái de Gingko Biloba.
El objetivo era subrayar cómo el jardín de la mente debe ser siempre alimentado y tratado con el máximo respeto.
En 1998 crea la Fundación Baruchello en su antigua residencia en las colinas de la capital y en 2011 se le dedica una muestra antológica en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma.
Numerosos son los reconocimientos recibidos, incluido el de la Deichtorhallen Sammlung Falckenberg de Hamburgo o la nominación como artista del año 2016 por Radio 3.

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