Emilio Greco biografía


Emilio Greco pintor

Emilio Greco, nacido en Catania el 11 de octubre de 1913, fue un escultor, escritor e ilustrador italiano de gran talento y reconocimiento. Desde niño, mostró una pasión innata por el arte, llenando los cuadernos de dibujos a pesar de la desaprobación inicial de su padre, quien deseaba una profesión más rentable para su hijo. Su determinación y creatividad lo impulsan a perseguir su sueño a pesar de las adversidades. A la edad de trece años, debido a la enfermedad de su padre, tuvo que dejar la escuela y comenzar a trabajar como aprendiz de cantero en una empresa de construcción local especializada en la restauración y realización de monumentos civiles. Esta experiencia resultó fundamental para su desarrollo artístico, ya que le permitió aprender rápidamente el arte de esculpir el mármol y modelar la arcilla. A pesar de las dificultades, logró hacer progresos significativos en su carrera artística.
En 1934 Emilio Greco obtuvo un certificado de la Academia de Palermo y posteriormente realizó el servicio militar en el Regio Esercito, participando en varias batallas coloniales. Durante la Segunda Guerra Mundial, en Roma, siguió pasivamente los acontecimientos.
En 1947, Emilio residió y trabajó en villa Massimo junto a otros artistas renombrados, lo que contribuyó a aumentar su fama y prestigio. Al año siguiente, obtuvo la cátedra de enseñanza en el Liceo de via Ripetta, un importante reconocimiento para su carrera.
La gran popularidad de Emilio Greco experimentó un auge en 1956 con la realización del monumento a Pinocho y la Hada en Collodi. Sus obras se caracterizan por un toque poético, en particular el ciclo de los Grandes bañistas y los retratos de jóvenes mujeres. Otros trabajos significativos incluyen el Monumento a Papa Juan XXIII en San Pedro y las Puertas del Duomo de Orvieto, completadas en 1970.
Emilio Greco viajó ampliamente, exponiendo sus obras en importantes exposiciones internacionales y acumulando honores y premios en Italia y en el extranjero. Su arte es admirado y aclamado en París, Tokio, Nueva York, Lisboa e incluso en Australia. Su talento y maestría en la escultura le valieron un lugar destacado en el panorama artístico del siglo XX.
Además de su carrera como escultor, Emilio Greco se dedicó a la enseñanza. Entre 1955 y 1967, fue profesor de escultura en la Academia de Nápoles y posteriormente volvió a enseñar en Roma. Su influencia se extendió también al extranjero, con una cátedra en la Academia de Bellas Artes de Múnich y un trabajo en Salzburgo por invitación de Oskar Kokoschka.
Emilio Greco fue un artista en constante evolución, experimentando con nuevas técnicas y estilos a lo largo de su carrera. Su profunda dedicación al arte se reflejaba en su filosofía creativa, como lo demuestra un verso escrito por él mismo: "QUIZÁS NO FUE EN VANO AMARNOS SI TU IMAGEN VIVIRÁ ETERNAMENTE EN EL BRONCE...". Era un artista autocrítico, a menudo insatisfecho con sus obras, pero orgulloso del proceso creativo y del placer que de él derivaba.
Emilio Greco muere en Roma el 5 de abril de 1995, dejando tras de sí un legado artístico duradero. Sus obras maestras están expuestas en importantes museos y colecciones de todo el mundo, incluyendo el Museo del Hermitage de San Petersburgo, el Museo Pushkin de Moscú y el Museo Emilio Greco de Orvieto, inaugurado en 1991. Su arte continúa inspirando y fascinando a los amantes del arte contemporáneo, confirmándolo como uno de los más grandes escultores del siglo XX.