Aligi Sassu, nacido en Milán en 1912, fue un pintor italiano de los más importantes del segundo Novecento. Hijo de Antonio Sassu, uno de los fundadores del Partido Socialista Italiano en Sassari, y de Lina Pedretti, originaria de Parma, tuvo desde joven la oportunidad de entrar en contacto con las vanguardias milanesas, gracias a la fuerte amistad que unía a su padre con el artista futurista Carlo Carrà. Con solo siete años, en 1919, Aligi Sassu visita la Exposición Nacional Futurista en la Galleria Moretti de Palazzo Cova, donde se encuentran reunidos los principales exponentes del movimiento futurista. Este encuentro marca el inicio de su pasión por el arte y, en 1928, gracias a la amistad con Bruno Munari, participa en la Bienal de Venecia por invitación de Filippo Tommaso Marinetti, el fundador del Futurismo. A pesar de las dificultades económicas que afectan a la familia, Aligi Sassu logra asistir a cursos nocturnos y trabajar como aprendiz en una imprenta litográfica y como ayudante de un decorador mural. Mientras tanto, desarrolla su interés por la pintura futurista, tratando sin embargo de trazar su propio camino artístico personal.
Durante el período parisino de 1934, Aligi Sassu profundiza en el conocimiento de las obras de grandes maestros, como Delacroix y los impresionistas. Estos encuentros influyen en su pintura, llevándolo a crear obras que unen la energía dinámica del Futurismo con una expresión más personal y reflexiva. En los años 30, forma el Gruppo Rosso, con artistas como Renato Guttuso, dedicándose a un arte comprometido política y socialmente. La serie de los "Hombres rojos" es una expresión de esta fase, en la que representa figuras mitológicas y populares inmersas en un mundo mágico y distante de la realidad.
Su pintura se vuelve cada vez más ecléctica y variada, abarcando obras sagradas, escenas de café, boxeadores y caballos, que se convierten en su marca distintiva. La pasión por los caballos lo lleva a realizar numerosas obras, pero no se puede limitar al artista a este solo símbolo, ya que su producción ha sido vastísima y polifacética.
En 1964, Aligi Sassu se traslada a España, a Mallorca, donde desarrolla nuevas técnicas y experimenta con el uso del acrílico para resaltar los vivos colores de la isla. Aquí nace la serie de las "Tauromachie", inspirada en la cultura y las corridas españolas.
Regresado a Milán en los años '80, continúa colaborando con editoriales e ilustrando obras maestras literarias como los "Promessi Sposi" de Alessandro Manzoni. A lo largo de los años, dona numerosas obras, realizadas desde 1927 hasta 1996, a la ciudad de Lugano, dando vida a la Fundación Aligi Sassu y Helenita Olivares.
Aligi Sassu muere en el año 2000, en su casa de Pollença, en Mallorca, justo el día de su cumpleaños, a la edad de 88 años. Su legado artístico ha sido celebrado por numerosas exposiciones en todo el mundo, testimoniando el valor y la importancia de su contribución al arte italiano e internacional. Aligi Sassu permanecerá en la historia como un artista cosmopolita, abierto al mundo y a la humanidad, que dejó una huella indeleble en el panorama artístico del siglo XX. Su pintura, caracterizada por el color vibrante y la búsqueda de una expresión personal, ha continuado influyendo en generaciones posteriores de artistas y emocionando a los espectadores de todo el mundo.

Postmodernismo
Aligi Sassu
Aligi Sassu Pittore

